Volar, un sueño desde la infancia

No sabría decir exactamente porque quería aprender a volar en ala delta. Lo que si sé es que ha superado con creces mis expectativas y que hoy no me imagino mi vida sin el vuelo libre. Te advierto que una vez empieces con este deporte, no vas a poder dejarlo y que te llegarás a obsesionar.
Creo que empecé por practicar un deporte que no se parecía a ninguno de los que había practicado y que precisamente ese desconocimiento lo hacía atractivo. Además, volar era un sueño casi desde la infancia, igual que ha sido un sueño inalcanzable para la humanidad durante muchos siglos. Otra razón era el poder contemplar las vistas, de igual forma que lo haces cuando subes un monte.
Se podría resumir en que lo que quería era aprender a volar. El problema es que entonces no sabía que volar es mucho más que todo eso. Todos los voladores pasamos por las mismas sensaciones. Mientras estás en la escuela aprendiendo a despegar y aterrizar, tu obsesión es hacer un vuelo de altura. El día que estás preparado y lo realizas, después de aterrizar te parece que es lo mejor que te ha pasado en la vida. Nada más lejos de la realidad, lo mejor todavía está por llegar. Ese vuelo dura de 5 a 10 minutos y dices que te conformas con hacer ese tipo de vuelo para el resto de tu vida.
Sin embargo poco a poco descubrirás que ese vuelo simplemente fue un descenso, y que con un poco de práctica y experiencia puedes hacer vuelos más largos en longitud y tiempo.
Con el paso del tiempo, descubres que en el lugar adecuado y con las condiciones idóneas, puedes mantenerte horas volando, apoyándote en la ladera del monte del cual has despegado. Ese día, emocionado de poder mantenerte el tiempo que deseas, vuelas de 2 a 3 horas, y sólo bajas cuando estas totalmente agotado.
La siguiente fase es el vuelo térmico. Descubres que para mantenerte en el aire el máximo tiempo posible es imprescindible no caer, o lo que es lo mismo, subir. Eso se consigue girando las corrientes térmicas ascendentes, igual que hacen los buitres. Estas corrientes se forman por las diferencias de temperatura entre el suelo y el aire. Esa diferencia de temperatura es la que hace subir las masas de aire caliente cercanas al suelo. Gracias a estas un día llegas a 4.000m de altura, otro día te pegas 5 horas volando, otro o el mismo día, acabas volando una distancia de 100km en línea recta..etc.
A partir de este momento estás, en lo que es hoy en día para mí, lo mejor del vuelo libre. El cross country. Tanto si lo practicas a nivel de competición, como de forma libre, el cross country supone la máxima exposición de superación en vuelo libre. Supone ponerte un objetivo al que llegar utilizando simplemente tu destreza, tu ala y las condiciones térmicas. No importa lo lejos o cerca que ese objetivo este. Ni importa las veces que lo hayas conseguido, ya que no hay 2 días con las mismas condiciones. Lo importante y lo que mejor sabor de boca te deja, es el esfuerzo que realizas, más psíquico que físico, por llegar lo más lejos posible.
Cuando estas en esta fase, da igual que sea un vuelo entre amigos o una competición, que vas a intentar subir lo más alto que puedas y prolongar el vuelo el máximo tiempo posible. Todo con tal de no caer al suelo y terminar de sentir la sensación de volar en ala delta. No te lo puedes perder. No soy capaz de describir la sensación que supone, ni lo puedo comparar con otro deporte, pero te aseguro que es empezar y el mono está asegurado.