De visita a la Liga Vasca de Ala Delta

Estuve dando clases durante toda la mañana de un precioso día. Sabía que había competición de Ala Delta en Arangoiti , la Liga Vasca. A llegar ya no me daba tiempo, así que le comente a Edurne si le importaba subirme a la Higa de Monreal para que yo volara y ella bajara el coche.
La respuesta fue que sí. Así que al poco tiempo ya estábamos arriba y yo dispuesto a despegar. El poco viento que había, venia del sur. Por radio comunique con la competición de la Liga Vasca y me dijeron que tenían que ir a la Clinica Ubarmin y volver a Lumbier. Mi intención entonces era el hacerles una visitilla, ver desde el palco del cielo la competición y después ya decidiría.
Salí de la Higa de Monreal no con mucha altura y al poco me encontraba en el término de Unciti a escasos metros del suelo. En esto del vuelo libre, siempre que estas en el aire, aun tienes oportunidad para subir si no tiras la toalla. Así que en una ascendencia térmica muy rota y muy peleona, me puse a girar para mantenerme si o sí. Unos buitres se acercaron a visitarme y después de dos giros siguieron su camino dejándome solo en mi lucha. Dicen los duendes que estas térmicas no están hechas para señoritos… que razón tienen. Después de un rato fui cogiendo altura, respirar y así continuar mi ruta volando. Al fondo se veían unas nubes, que si adivinaba de donde salían, me pondrían en una cómoda situación para observar tranquilo la competición. Dicho y hecho, cogí el ascensor hasta la nube mientras esperaba que los primeros llegaran. Iñaki, Joselito y Patxi fueron los primeros en llegar. Así que cuando el primero dio la vuelta para dirigirse a Lumbier, el Gol, decidí acercarme a él y saludarle mientras dábamos algunos giros. El continuó su rumbo alejándose mientras yo decidí acercarme a la Peña de Izaga. Allí encontré una potente corriente térmica, dejándola por frio subiendo a 4,5 m/s y a una altura de 3400mtrs. Puse rumbo al Gol en Lumbier yo también saludándoles cuando me encontraba en su vertical y decidiendo volverme a casa, Monreal. Por el camino me puse a coger un extra de altura para asegurar mi llegada, pero al ver que iba a llegar muy alto, decidí dar un pequeño rodeo buscando descendencias. Aun así llegue con altura a la Higa de Monreal, pero después de cuatro giros rápidos, saludito a los comensales en fiestas del pueblo, aterrice tras tres horas de un bonito vuelo, como un señor en casa. “Monreal “
Gracias Edurne por subirme al despegue y preocuparte por mí en cada momento.