Un sueño realizado.

Parece que fue ayer cuando, siendo aún pequeño, soñaba una y otra vez que corriendo fuerte, muy fuerte y deseándolo con todo el alma, lograba finalmente despegar los pies del suelo en saltos cada vez más y más largos, hasta que se convertían en largos vuelos…

Pero esos sueños se convirtieron poco a poco en anhelos de algo posible. Siempre disfrutando del vuelo desde lejos, a través de la ventana, de los ojos de los demás, disfrutando con cada avión que veía volar, dibujando con mi lápiz esos maravillosos Spitfires haciendo cabriolas en el aire, alucinando cada vez que veía pasar por encima de mi cabeza a alguien en cualquier artilugio que volara, construyendo mis veleros o aviones de papel con los que trataba de batir records de distancia soltándolos desde mi ventana en un 10º piso de Moratalaz… La primera vez que vi despegar con un ala a alguien fue en el curso que hizo mi buen amigo Lucas hace ahora…¿17 años?. Ufff…Y supe que algún día yo lo haría también.

Muchos años después, y sin esperarlo, el regalo de mi ‘bruja’ Silvia en mi 37 cumpleaños se salió de la norma. En forma de pequeño manual de vuelo con unas notas personales, me regalaba un sueño, o al menos el modo de lograrlo. El curso de ala delta. Desde ese mismo momento mi vida cambió por completo.

El curso fue largo, algo durillo, y que nadie se llame a engaño, hay que sudarlo. Cuesta sus madrugones, sus arrastrones, días sin volar, alegrías y si hay mala suerte, alguna pequeña lesión que te deja en el dique seco algún tiempo, como me ocurrió a mí. Pero poco a poco, según se van cambiando las carreras por ‘saltitos’que a su vez van dando paso a unos metros en el aire y estos a pequeños planeos…empieza a engancharte de un modo irresistible.

Algo de miedo siempre presente, un poquito más cuanto mas arriba subes la ladera una y otra vez. Pero siempre superado por las ganas de sentir despegar los pies del suelo. Y tantos días de aciertos y fracasos durante el curso dan sus frutos. Apenas sin darte cuenta, una tarde de Mayo llega el día.

Te ves en tu arnés, con el casco puesto, la cometa encima, el walkie a mano para recibir ayuda de quien ya sabe de esto. La ladera de Arcones ante ti, esperándote. La tarde espectacular y un montón de amigos apoyándote. En ese momento se te cruzan muchos sentimientos, las ganas, el miedo, el sudor que te cae por dentro…miras a tu fiel copiloto que no se ha perdido ni una de tus clases del curso, y sin la que jamás hubieras llegado a estar ahí. Miras la manga una y otra vez, el catavientos, aprietas los dientes, sujetas con fuerza con los montantes, repasas una y otra vez mentalmente todo lo aprendido, escuchas los latidos de tu corazón con fuerza, a todo trapo, respiras profundo… y por primera vez en tu vida das esos tantas veces imaginados en tu mente primeros pasos hacia el sueño. Corres con ganas, un paso, dos, tres…el ala empieza a no pesar, sigues corriendo hacia el vacío y notas como algo tira de ti hacia arriba y, de repente…ya no corres…estás en el aire, lo has conseguido: ‘’ya estás volando’’.

¡¡Has logrado tu sueño!! Todo, absolutamente todo lo que has trabajado durante el curso…toma sentido en esos segundos, tal vez los más intensos de toda una vida. Entonces sientes que de verdad, ha merecido la pena.

Gracias a todos los que, de un modo u otro, hicieron posible que lo lograra.